miércoles, 24 de agosto de 2016

Necesidad humana del Afecto.

Introducción:
El afecto es la base de la vida social
 
Los humanos somos la especie más social

El afecto en el proceso de socialización

Afecto en el proceso de escolarización

Afecto en la Adolescencia.

Afecto en la Adultez:

El afecto en la Vejez

Importancia afecto como subjetividad universal en una nación/ país/ estado.


Conclusión

Las necesidades humanas  fundamentales son finitas pocas y clasificables y estas son las mismas en todas las culturas y en todos los periodos históricos.
En nuestro caso,  vamos ocuparnos del afecto.
El afecto es una necesidad no material para algunos autores desde el punto de vista de una filosofía más humanista, el afecto tiene poca vinculación con el dominio de los objetos y artefactos por lo que no se satisface necesariamente primariamente con ellos.
Esta necesidad tiene un carácter individual y social no implica únicamente funciones que produce y reproduce la vida humana, hay formas en que también se desarrolla el afecto en un plano simbólico que requiere de la convivencia social del individuo para desarrollarse.
El afecto  cobra sentido desde el  encuentro con el otro a partir de las relaciones con los seres humanos esta misma está orientada a la libertad y la identidad del ser.
Las nueve categorías axiológicas representan un orden jerárquico de necesidades que tiene como consecuencia una interpretación en cuando a la evolución humana  por  lo cual algunas de estas necesidades fueron primeras como la de subsistencia, protección, afecto,  entendimiento mientras que probablemente en un estadio evolutivo posterior aparecieron otras como identidad y libertad.
Desde una visión biológica se define al afecto como todos los actos (hechos, comportamientos) por los cuales una persona ayuda a otra, de la forma que sea, proporcionándole protección y conocimientos, resolviéndole problemas, apoyándole en los momentos difíciles, etc., etc
 
El afecto es la base de la vida social
Todas las especies sociales han aparecido como consecuencia de una fuerte presión de supervivencia. Si las nuevas dificultades de supervivencia no pueden superarse a través de la evolución de características individuales, la especie aún tiene una oportunidad: desarrollar mecanismos de ayuda mutua, es decir, convertirse en una especie social. A partir de este momento, los individuos ya no serán capaces de sobrevivir por sí mismos y necesitarán siempre la ayuda de sus congéneres.
Lo que caracteriza la vida de las especies sociales es, pues, el continuo trasiego de ayuda entre los individuos que conforman los grupos. Ayuda para la caza, para la crianza, para la higiene, para la defensa, etc. Los individuos de una especie social no sólo tienen que cuidar de sí mismos sino, también, de los demás miembros de su grupo. Sólo así logran sobrevivir.
 
Los humanos somos la especie más social
Nos debemos dar cuenta de que para los seres humanos, al igual que para todas las especies llamadas sociales, la ayuda del otro es una necesidad primaria de los individuos de la especie. Sin la ayuda de los demás, ningún ser humano puede sobrevivir, por muy fuerte, inteligente, sano, hábil, etc., que sea.
Nuestra fuerza, nuestro desarrollo imparable, no proviene ni de la inteligencia individual, ni de la fuerza individual sino de la inteligencia y la fuerza colectivas, de los grupos y de la sociedad. Tomados de uno en uno, los humanos somos tan indefensos como las hormigas y nos superan una gran mayoría de animales. Realmente cuesta mucho hacerse una idea real de hasta dónde llega nuestra debilidad e incapacidad a nivel individual.
Los historiadores de la ciencia saben muy bien que la aceptación de nuevas teorías depende, no sólo de su viabilidad racional, sino, también, de las reacciones emocionales que provoca.
Los seres humanos necesitamos sentirnos integrados dentro de un grupo social, como la familia, o un grupo de compañeros. Tenemos necesidad de pertenencia a algún grupo social y de afecto dentro de ese grupo. Esto es lo que hace que sea tan importante para nosotros sentirnos acogidos por una familia, nuestros amigos, nuestros compañeros. Esta necesidad se fustra con frecuencia, lo que da lugar a desajustes personales y a estados psicopatológicos. Aquí es vital la ayuda que nos presta utilizar la inteligencia emocional para que nuestras relaciones sean satisfactorias y podamos recibir ese afecto que nos resulta básico para sentirnos bien.
 
El afecto en el proceso de socialización:
Maccoby considera que los patrones de éxito de la socialización familiar son la seguridad del vínculo afectivo, el modelaje de los padres y la capacidad de respuestas de la interacción entre padres e hijos.
Afecto en el proceso de escolarización:
El afecto aquí está dado por los vínculos que la persona va generando mediante su interrelación en las escuela sea con sus pares compañeros o docentes.
 
Una infancia saludable, feliz e íntegra, hace que el niño crezca sabiendo que es querido, que cada uno de sus pasos, de sus decisiones y de sus fallos, va a disponer del apoyo incondicional y único que es su familia. El desarrollo de su autoestima irá a la par del afecto de los suyos. Su auto concepto será además positivo, porque es el reflejo de lo que hasta el momento, siempre ha encontrado.
 
Afecto y adolescencia.
El adolescente vive una difícil "postura existencial". Ello puede ayudar a comprender las "inestabilidades" y "vaivenes" emocionales a los que se ve sometido y que suele expresar en su conducta.
El adolescente suele tener una afectividad muy rica pero inestable; extremista en sus estados de ánimo (grandes alegrías y grandes tristezas) como si también en esto -como ocurre en el mundo intelectual- "quisiera probar de todo" y "a tope".
En efecto, vive todo de forma comprometida: se mete hasta el fondo. Es capaz de grandes depresiones o entusiasmos "irreflexivos". "Son capaces de lo mejor y de lo peor"
En este momento la interactuación del adolecente aumenta con sus pares/ compañeros y  puede disminuir con sus padres.
Afecto en la adultez:
La falta de afecto en la infancia, es una de las mayores causas de la depresión. En ocasiones, no hace falta que lleguemos a extremos tan lamentables como un abuso o el maltrato infantil. Muchas veces, esos niños que crecen sin arraigo familiar o con unos padres que no han sabido, o no han querido estrechar ese vínculo imprescindible con sus hijos, provoca que se llegue a la madurez con muchas carencias, con muchas faltas.
Las altas tasas de estrés modelan y cambian muchas de nuestras estructuras más profundas, y todo ello nos hace personas más frágiles. Personas más proclives a sufrir una depresión llegada la edad adulta o conlleva problemas en la inteligencia emocional de la persona.
El individuo sigue desarrollándose o perfeccionando sus repertorios comportamentales. Es más, en nuestra sociedad actual, la verdadera profesionalización llega mucho después de la adolescencia y la máxima inversión educativa y formativa no solo se produce en los primeros años de la vida sino a todo lo largo de ésta. En un mundo tecnificado como el nuestro el ser humano ha de seguir inserto en procesos de aprendizaje a lo largo de toda su vida adulta y nuestra sociedad ha sido bautizada como una sociedad del conocimiento en el que éste se convierte en un objetivo preciado a todo lo largo del ciclo de la vida
 
El afecto en la Vejez:
La vejez es un estado en la vida y el envejecimiento un proceso que sucede a lo largo del ciclo vital. Tanto la vejez como el envejecimiento humano son objetos de conocimiento multidisciplinares en el sentido en el que la  vejez conlleva una serie de situaciones conflictivas: la jubilación, la pérdida de seres queridos, la marcha de los hijos, con frecuencia la enfermedad crónica y lo que es peor, un conjunto de polipatologias, en ocasiones discapacidad y dependencia y, desde luego, mayor proximidad a la muerte, y todo ello junto a otros más eventos negativos que ocurren casi inevitablemente. Es lógico pensar que todos esos eventos producirán en los individuos que los sufren reacciones afectivas negativas: depresión, soledad, malestar, en definitiva, sufrimiento. El individuo humano es un entre bio-psico-social.
Cuando se es mayor, se experimentan emociones con la misma intensidad que cuando se es joven y los mayores sienten emociones positivas con igual frecuencia que la gente más joven. Existe una fuerte evidencia de que la experiencia emocional negativa se da en mucha menor frecuencia a partir de los 60 años. Así, a esas edades, existe más expresión de “felicidad”, “gratitud”, “contento” que de “frustración”, “tristeza” o “rabia”. La conclusión de la mayor parte de autores que investigan el mundo afectivo de los mayores es que en la vejez existe una mayor complejidad y riqueza emocional. En otras palabras, que en la vejez se incrementa el manejo adecuado de los afectos y que, por tanto, existe una mayor “madurez” afectiva.
Importancia afecto como subjetividad universal en una nación/ país/ estado.
La personas somos seres humanos que nos interrelaciones continuamente con el otro, en la familia, la escuela, la facultad, entre todos nuestros amigos y también con nuestras subjetividades. Pertenecemos a un grupo en este caso a una nación con la cual compartimos distintos valores, hábitos, culturas que hacen a nuestra identidad.
En el Texto de Claudia Sandra krponik El autor se detiene a analizar el caso de las revoluciones, especialmente el de las rebeliones, las cuales pueden ser explicadas con un alto grado de conciencia y baja satisfacción, esto se da en  sujetos cuyo universo de posibilidades  fuera previamente expandido pero que en el tiempo presente se han visto afectados por los efectos de la frustración y el resentimiento
El afecto además de ser un sentir subjetivo también tiene un sentido colectivo que se manifiesta a través de distintos valores que compartimos en una comunidad como la solidaridad; numerosos son los ejemplos donde la comunidad se unió para superar las tragedias como por atentados, inundaciones, accidentes.
Lo que se pretende demostrar es que las formas en que vivimos nuestras necesidades son subjetivas, este carácter subjetivo no debe asociarse estrictamente a lo particular, por lo que la universalidad a la que se hace referencia deriva del carácter  social de la subjetivad.
 
Conclusión
 
La sociedad está compuesta por un sistema de normas, reglamentos y leyes, cuyo fin es generar conexión entre los ciudadanos y una mayor cohesión social. Las relaciones sociales compartidas por tradiciones y normativas, son las que van a configurar nuestra vida en sociedad.
La vida social se rige al mismo tiempo, por un conjunto de afectos, de lazos, de afinidades, como son la familia, escuela, iglesia, instituciones políticas, Estado, todos ellos, circuitos diversos que generan afectos, disposiciones de conducta, de comportamiento, que se tornan muchas veces inconscientes y terminan circunscribiendo las relaciones sociales, así como las relaciones entre sujetos e instituciones
Los afectos son los que construyen las estructuras de relación, producen nuestra vida psíquica y emocional, y se convierten en nuestros movilizadores, en función de la manera cómo somos afectados o constituidos por nuestras fantasías, deseos, creencias, carencias, al interior de la vida social. Para poder entender lo que nos impide hacer o no hacer ciertas cosas, debemos conocer cuáles son los afectos y estructuras emocionales que nos movilizan o que nos desmovilizan
La política, como nos revelan diversos estudios sobre populismo, no está exenta de estos principios. Con los afectos, las pasiones, y emociones, se construyen las diversas identidades políticas y a partir de éstas y sus divergencias, es de donde surge el conflicto, propio de toda dinámica política.
Paradójicamente, las grandes transformaciones políticas en la sociedad no son desde esta perspectiva, una cuestión que provenga necesariamente de las ideologías tradicionales (izquierda, centro o derecha), o de nuevas ideas políticas, sino que están relacionadas, con la capacidad que tuvieron ciertos movimientos sociales, de fomentar, aglutinar y movilizar a la sociedad, a partir de la generación de nuevos afectos.
Si retomamos a un clásico de las ciencias políticas como es Thomas Hobbes, veremos que el afecto ha servido de base en la construcción de nuestra sociedad moderna y en la configuración de los principales vínculos de la sociedad, ha sido el miedo.
El miedo que los individuos tienen unos de otros: de la desposesión, la pérdida de lo que es “mío”, de la exclusión, etc., es el afecto que movilizó a las personas a crear instituciones. El Estado surge de esta manera, para protegernos de las posibles agresiones que provienen de los otros. Su objetivo principal, es la protección contra situaciones en donde la violencia (física de unos contra otros, de sometimiento de unos a otros, y de exclusión de unos a otros, etc.) nos acecha a todos.
No podemos olvidar, que nuestra historia está compuesta de imposibles que se volvieron posibles, de impensables que se tornaron pensables, y de inimaginables que luego se hicieron realidad. Asumir la dimensión trágica de la vida implica, trabajar en las emociones, superar el miedo, inyectándonos más coraje e imaginación frente a las adversidades económicas y sociales.
Muchas son las catástrofes que pueden surgir en cualquier momento de nuestra vida y de las que debemos estar preparados.
En el caso de que un TS que intervenga en una situación de emergencia es imprescindible que controle las expresiones emocionales y sepa mantenerse en calma. Trasmitir seguridad y confianza a las personas afectadas y familiares es algo muy importante. El perfil del profesional que trabaja en estas situaciones debe ser: equilibrio emocional, seguridad, capacidad de autocontrol, resistencia a la fatiga física y psicológica, tolerancia a la frustración
La función social del trabajador social es un conjunto de significaciones que guían su hacer profesional y que condicionan su eficacia, como así también el grado de satisfacción que obtienen del ejercicio de esa práctica en una concepción de representación social como construcción socio-histórica, es decir, elaborada colectiva y anónimamente a lo largo del tiempo de carácter ideativo-afectivo por una imagen mental a la que se adhiere un afecto y en tanto siendo comunes a un determinado conjunto cultural las representaciones sociales le proveen al mismo el código que regirá el pensamiento, las formas de relación y los actos de sus miembros, por lo cual se  constituye en el núcleo identificador de esa formación colectiva. Esas relaciones se caracterizan además por tener carácter explicativo: son el instrumento mediante el cual los integrantes de un grupo, comunidad o nación, le dan sentido a su pasado, interpretan la realidad actual, y se imaginan su futuro.
Es importante analizar la influencia que tienen las catástrofes en determinados sectores de la sociedad. En un sistema desigual, no es casual que las catástrofes afecten con mayor intensidad se produzcan en los sectores más pobres.
La carga afectiva es algo que va nutriendo al ser humano en toda su vida.
Cuando el objeto de estudio es la relación entre los humanos y la sociedad,  la universalidad de lo subjetivo no se puede soslayar.