miércoles, 28 de noviembre de 2012

Una Mirada personal al proceso de cambios en el Mundo Árabe




Un comienzo democrático, un fin islámico.

La ansiada democracia tras la caída de los dictadores en Túnez, Libia y Egipto es un buen medio que aprovechan los partidos islamistas para incrementar su influencia y alcanzar el poder pacíficamente. No obstante, hay diferencias entre los países aunque todos parecen estar abocados al mismo fin: caer en brazos del islamismo más o menos radical.
Los occidentales no podemos comprender bien eso de la ley islámica. No entendemos cómo se puede condenar a pena de muerte a un homosexual por el mero hecho de serlo o apedrear a una mujer porque la hayan violado. Son unos valores, por llamarlos de alguna forma, tan extraños para nuestra cultura y convicciones, tan alejados en gran medida de la declaración universal de los derechos humanos, que resultan poco menos que increíbles para muchos, salidos de la más oscura Edad Media.
Francia facilitó la caída del Sha de Persia acogiendo amigablemente e incluso financiando al Ayatolah Jomeini. Al fin y al cabo con el Sha se iban los Estados Unidos de Irán y Francia y Europa pasarían a tener una mayor influencia en la zona y sus riquezas.
¿Le importó algo a la política exterior francesa el retroceso en derechos que experimentaban las mujeres en Irán al implantarse la teocracia de los imanes?
Al cabo de los años, Irán se ha convertido en una de las mayores preocupaciones que pueda tener occidente por su conflictividad y beligerancia, capaz de desestabilizar todo Oriente Medio. Se pasó de un Sha amistoso a un régimen completamente hostil y no parece que la sociedad iraní haya avanzado mucho en derechos y condiciones de vida.
La tribal Libia
El movimiento de la denominada primavera árabe no se podía parar, porque nacía de la sociedad misma. Ante ese convencimiento, el mundo occidental tan sólo podía mirar, aunque en Libia, el país más tribal con diferencia, se hizo algo más que mirar para que acabara el abyecto régimen de Gadafi. Tras él, un lío de tribus y de facciones, algunas de ellas tan radicales como Ansar al Sharia, acusada del reciente asesinato del Embajador de Estados Unidos, Chris Stevens. Ahora el presidente de facto de Libia, Mohamed Magarief, un pragmático moderado que llevaba 30 años exiliado y que tiene buenas relaciones con los Hermanos Musulmanes y otras facciones islámicas, debe recomponer un puzle que asegure la estabilidad de un país inestable por naturaleza. De momento, y tras las revueltas en Bengasi, está decidido a desarmar a las milicias. Veremos si Ansar al Sharia entrega las armas o más bien pasa a controlar el ejército libio.
Los islamistas en el Gobierno de Túnez
En Túnez, gobierna una coalición en la que se ha dado cabida al partido islámico Ennahda o Partido del Renacimiento, que actualmente es la minoría mayoritaria dentro del bloque gubernamental. Este partido defiende que la democracia es el mejor sistema en ausencia del sistema islámico y con eso parece que queda dicho todo, puesto que la democracia no parece un fin sino un medio para obtener algo superior. Al margen de la supuesta moderación del Partido del Renacimiento, la sociedad tunecina vive amedrentada por una minoría de salafistas que poco a poco van imponiendo un estilo de vida que nada tiene que ver con la occidental Túnez. Desde la imposición del Niyab que pretenden, hasta la instauración de la Sharia en toda su extensión como derecho vigente. De momento Túnez aguanta el envite, pues su legalidad actual impide el islamismo radical, pero poco a poco va ganando terreno e influencia en una sociedad que no destituyó al dictador Ben Alí precisamente para caer en brazos de los salafistas o de un partido islamista cuyo programa real es la implantación de la Sharia, aunque públicamente haya renunciado a ella.
La situación en Egipto: el presidente es islamista
En Egipto la influencia de los Hermanos Musulmanes y de otras corrientes islamistas estaba ya establecida desde antes de la caída de Hosni Mubarak, pues soportaban gran parte de las asistencia social que se prestaba en el país a las clases más desfavorecidas y de las que el corrupto gobierno de Mubarak no se ocupaba. Así, las corrientes islámicas más radicales fueron penetrando y obteniendo una popularidad bien merecida por los hechos. El actual presidente de Egipto, Mohamed Mursi, es el líder del partido Libertad y Justicia, fundado por los Hemanos Musulmanes y es muy crítico con la política occidental en la zona y en particular con la política norteamericana en Oriente Medio. Como curiodidad, Mursi es Ingeniero y estudió y dio clases en Estados Unidos, teniendo sus dos hijos esta nacionalidad por haber nacido en California. En Egipto el islamismo no necesito tomar el poder, pues tiene el poder en la actualidad. La disyuntiva es si evolucionará hacia un ejercicio moderado del mismo o sumirá al país poco a poco en el oscurantismo de las corrientes más radicales islámicas.
El conflicto en Siria
Siria es la siguiente ficha de dominó, donde se libra una cruenta guerra civil de incierto resultado, aunque casi todo el mundo descuenta que Bashar al-Assad será finalmente derrocado. El Partido Baath Árabe Socialista gobierna Siria desde hace décadas y además ha concentrado el poder en la familia al-Assad. Si en origen el Baathismo, del que también fue exponente el derrocado y ahorcado Sadam Husseim, era una corriente política socialista con clara influencia francesa, posteriormente se convirtió en el apoyo de los regímenes dictatoriales y corruptos que han gobernado Siria e Irak durante décadas. En la última relección de Bashar al-Assad obtuvo un sospechoso 97% de los votos. Aunque parte del movimiento armado de oposición al régimen tenga su origen en desertores del ejército Sirio que se sumaron a la rebelión de julio de 2011, las milicias armadas tienen un carácter mayoritariamente islamista. El conflicto político-religioso en Siria es muy profundo, ya que la familia al-Assad pertenece a la secta alawita, que es chií, mientras que más del 85% de la población es suní. Todos los altos cargos del Gobierno ha sido durante décadas de la minoría chiita, de tal suerte que el resentimiento de la mayoría de la población con el régimen es notorio. Si finalmente Bashat al-Assad es depuesto, parece indiscutible que surgirá un régimen de corte islámico suní, pues tas facciones son las más populares y las que obtendrían la victoria en una eventual confrontación electoral.
El islamismo radical es expansionista y excluyente. Dónde habita apenas puede desarrollarse ninguna otra creencia. Ya vemos lo que les pasa a los cristianos coptos en Egipto o las limitaciones para practicar el cristianismo en cualquier país musulmán, en muchos de los cuales está prohibido que haya templos de culto de otras religiones.
Y mientras esa fuente de poder gana terreno, los gobernantes occidentales se felicitan de que aquellos dictadores fueran expulsados y de que algún otro se tambalee. Sin lugar a dudas, si los dictadores eran nefastos y corruptos, los dolores de cabeza que estos países le van a dar a occidente en el futuro y la opresión que los islamistas van a ejercer sobre sus propios pueblos traerá nuevos conflictos de imprevisible evolución. Los dictadores tenía que irse, pero las frágiles democracias emergentes caen fácilmente en las fauces del islamismo, cada vez más presente en esas sociedades.
El odio a los kurdos es lo que une a estos países tan diferentes en el extremo norte de Israel. (Eso y el odio a los judíos, claro está.) Los kurdos también han sido por mucho tiempo (uno de los) enemigos designados de Irán. La pobre nación kurda, y es (en contraste con los palestinos) una verdadera nación, sólo tiene amigos circunstanciales.
Las expectativas estadounidenses sobre los árabes siempre fueron ingenuas. En el caso de este gobierno, la ilusión de Obama se extiende hacia los musulmanes que no son árabes, es decir, los iraníes, pakistaníes, afganos. No puede imaginar que hay diferencias fundamentales entre esos Estados.
Así, estamos viendo frente a nuestros ojos la invención de un fenómeno político nuevo que cree que el extremismo es un tipo de amabilidad. Es el “islam moderado”, frase que pronto saldrá de los labios del presidente…

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